Tras haber dado un paseo por la bonita calle mayor y haber visitado la catedral de San Antolín, apodada La Bella Desconocida, abandonamos esta pequeña ciudad de Castilla y León. por la P-405.
De los casi 40 km que tiene esta carretera, de momento haremos solo tres: los que nos llevan hasta Villalobón, donde giraremos a la derecha en una pequeña rotonda, para coger la primera salida.
Nos encontramos en el Cerrato Palentino, un paisaje singular que se caracteriza por tener varias montañas muy viejas de las que solo queda la base. A esas montañas se les llama páramos y su trazado tiene de singular un ascenso curveado, después una o varias grandes rectas y por último otro descesnso curveado, donde se acabaría la montaña.
A lo largo de esta ruta, todaremos por varios páramos y en este tramo nos encontramos el primero.
Así pues. comenzamos este tramo de casi 10 km por una recta que atraviesas por un puente elevado la A-67 para ascender al páramo por un corto trazado curveado. Una vez en el alto, recorremos 6 km de recta adornada a ambos lados con campos que alternan la siembra de trigo, con cebada y girasoles. Decenas de árboles frutales dispuestos de forma anárquica a lo largo y ancho de donde alcanza la vista, rompen la monotonía de este paisaje tan llano.
Tras el leve descenso de este primer páramo, pasamos por un costado de Valdeolmillos y unos metros después giramos a la derecha dirección a Villamediana y Torquemada.
La historia se repite en este tramo: Primero un leve ascenso, un par de largas rectas y un descenso que esta vez nos lleva a Villamediana.
Villamediana es un pueblo cualquiera del cerrato Palentino, pero guarda entre otras la particularidad de que allí se escribió parte de una obra cumbre de la literatura vasca. Estamos hablando de Obabakoak, un libro escrito en Euskera, dotado de varios premios y traducido a más de 20 idiomas. Su autor: Bernardo Atxaga, vivió durante 8 meses en esta localidad, mientras escribía parte de su libro.
Dejamos las carreteras verdes por un momento y salimos de Villamediana por la PV-4112, que al ser amarilla, lo lógico es que sea más estrecha que las ya citadas verdes. Esta no es una excepción. Además el asfalto esta un poco raído y tiene unos cuantos baches, pero yendo tranquilo se va muy bien.
Este páramo, a diferencia de los anteriores no tiene campos sembrados y esta muy poblado de árboles, lo que hace que el paisaje no sea tan abierto como lo que estamos viendo por esta zona del Cerrato.
Bajo el descenso de este arbolado páramo, se encuentra el cruce que marca el final de este tramo. Como curiosidad, a pocos metros de este cruce, se encuentra sepultada una Villa Romana, descubierta en los años 80 del siglo pasado. Una vez extraídos los hallazgos importantes, se volvió a sepultar por falta de presupuesto.
Tras haber girado a la derecha en el cruce anterior, avanzamos unos 4 kilómetros y llegamos a Astudillo, una bonita villa medieval, donde Pedro I el cruel o Pedro I el justiciero, según a quién se pregunte, tenía su amante María de Padilla.
Curiosidades históricas aparte, merece la pena subir con la moto a su derruido castillo para desde allí ver la hermosura de esta característica villa y admirar los límites de Tierra de Campos y Cerrato. Astudillo es el límite de estos dos parajes bien diferenciados. Por un lado se ve la inmensidad de la Tierra de Campos y por otro, esos pequeños montículos poblados de pequeños árboles como son los páramos. En esta zona, están poblados de parques eólicos.
Continuando por la P-405 y sin salir del pueblo, llegaremos a una gasolinera junto a una rotonda. Allí tomamos la primera salida y continuamos por esta carretera otros 7 kilómetros hasta que sin acceder a ningún cruce, entramos en la provincia de Burgos.
Un poco antes de cambiar de provincia nos hemos encontrado con el Río Pisuerga, que nos acompañará un rato durante el siguiente tramo.
Una hilera de frondosos chopos, delata por la parte izquierda la proximidad del Río Pisuerga, al que perdernos de vista en unos pocos kilómetros, mientras nos acercamos a Pedrosa del Príncipe, que atravesaremos a muy poca velocidad,
Entre campos sembrados atravesados por la gran recta por la que estamos circulando, pasamos otro pequeño núcleo urbano llamado Hinestrosa y poco después accedemos a una rotonda con Castrojeriz al frente. En esta rotonda giraremos a la derecha, dirección a Castrojeriz.
Castrojeriz es otro de esos pueblos que merece la pena visitar aunque solo sea para dar una vuelta por sus callejuelas medievales. Más aún, recomendaríamos subir a su castillo, que se encuentra en un alto y se puede subir en moto hasta arriba, aunque hay que decir que no con cualquier moto. Desde este punto hay unas vistas impresionantes de la zona en general y del pueblo en particular, donde se puede admirar la esbelta Colegiata de Nuestra Señora del Manzano.
A solo 500 metros de la rotonda por la que hemos entrado en Castrojeriz, terminamos el tramo en otra rotonda en la que saldremos por la segunda salida adentrándonos más aún en Castrojeriz.
Los 13 km de este tramo, que rodaremos por una carretera estrecha, a veces con árboles a ambos lados, que dan sombra en el camino coinciden con el camino de Santiago, así que seguramente nos encontraremos con algún peregrino que anda en sentido contrario al nuestro.
A pocos kilómetros de Castrojeriz pasamos bajo las Ruinas del Monasterio de San Antón, antigüo hospital de peregrinos. Cuenta la leyenda que de sus pareces colgaban los miembros amputados de los peregrinos para anunciar que ese edificio era un hospital.
Siguiendo el trazado del camino de Santiago, avanzamos 6 km por un ascenso curveado y llegamos a un cruce en forma de T donde giraremos a derecha tras el correspondiente Stop dirección a Iglesias.
Tras una recta de 2 km, por esta estrecha autonómica de tercer orden bien asfaltada, comenzamos el descenso de este páramo que hemos ascendido tras pasar Castrojeriz hasta llegar a Iglesias, situado en la parte más baja.
En las afueras de Iglesias y tras haberlo atravesado, giramos a la izquierda dirección a Estepar.
Avanzamos hacia Estépar por esta estrecha y solitaria carretera de asfalto viejuno y rodeada de campos sembrados.
Dejamos en el camino la localidad de Vilviestre de Muñó cuando pasado de estepar, cambiamos de tramo incorporándonos a la A-62 dirección Burgos.
Poco antes del final del tramo, hay una gasolinera, por si te estas quedando seco.
Muy cerca de la capital burgalesa, avanzamos ahora por la rápida A-62 a lo largo de 3 rectos kilómetros.
Tras rodar apenas 1 minuto por esta autovía, la abandonamos tomando la salida 18 dirección a Cavía. Una vez fuera, ascendemos un poco para girar a la derecha en la parte más alta.
Los páramos son más numerosos a medida que avanzamos bien asfaltada BU-V-1003 donde la presencia de campos sembrados sigue siendo el paisaje predominante y donde las rojas amapolas pintan de color las cunetas de esta zona agrícola.
Dejando atrás las localidades de Cavía, Cayuela, Albillos y recorridos casi 100 km de ruta, finalizamos el tramo llegando a Villagonzalo Pedernales donde haremos un STOP para girar a la izquierda. El la parte derecha, un letrero turístico anuncia el Museo del Bosai, sin duda otra curiosidad para visitar durante la ruta.
Comenzamos este tramo que nos llevará a la capital burgalesa cruzando la A-62 por un paso elevado. Poco después llegamos a una rotonda en la que continuaremos recto y tras 3 km de estrecha y bien asfaltada carretera, llegamos al cartel que nos indica la entrada en Burgos.
Una vez en la capital, continuamos callejeando por otros 2 km hasta llegar al cruce donde nos incorporaremos a la N-120 que discurre paralela al río Arlanzón. Este cruce es un buen lugar para buscar un parking de motos o de otro tipo si circulas en otro tipo de vehículo y visitar la famosa catedral de Burgos, visible desde aquí y situada al otro lado del río, que cruzaremos por un paso peatonal.
Continuamos en paralelo al río Arlanzón a velocidad de travesía durante 2 km para llegar a una rotonda donde giraremos a la derecha dirección al polígono industrial de Villalonquéjar.
Nada más comenzar este corto tramo que nos sacará de la capital burgalesa, cruzamos el río Arlanzón enfilando la C/ León para poco después continuar recto en una rotonda, por la Avenida de la Independencia. En la siguiente rotonda en la que también continaremos recto, nos engancha con la BU-622, carretera por la que circularemos un buen rato.
El tramo por el que rodamos ahora, tiene dos partes diferenciadas. En primer lugar y como hasta aquí, el trazado está compuesto por largas rectas unidas por una leve curva mientras dejamos atrás las localidades de Quintanadueñas, Arroyal, Mansilla de Burgos, Miñón, Santibañez Zarzaguda y Huérmeces. Pasada esta última localidad, abandonamos los Campos de Castilla para rodar por un trazado serpenteante en cuyo final nos incorporaremos a la N-627 dirección a Aguilar de Campoo, localidad por la que no pasaremos.
Los tres escasos minutos que rodamos por esta Nacional, nos llevan a un desvío a la derecha situado tras el PK 32, donde giraremos a la derecha dirección a Poza de la Sal y Masa.
Tras haber girado al este en el último cruce, nos dirigimos ahora por esta carretera recien asfaltada, más ancha de lo normal en vías verdes como esta cuyo paisaje natural se ve alterado por un parque eólico.
Continuamos ascendiendo levemente hasta que tras 6 km llegamos a un cruce en forma de Cruz que atraviesa la N-623. Nosotros continuaremos recto.
Nos encontramos ahora en el Páramo de Masa, que debe su nombre a la localidad por la que pasaremos tras unos metros de haber comenzado este tramo.
Sus 26 km, son una gozada. paisajísica. Los primeros 17 kilómetros tienen rectas de tamaño medio pero también hay curvas, y su estrecho asfalto nos permite disfrutar de esa sesación de rodar solos por la carretera. Esta es una vía muy solitaria.
Al final de esos 17 km nos encontramos con un monumento a Felix Rodriguez de la Fuente. famoso naturalista que entre otras hazañas, aumentó la seguridad en los aeropuertos incorporando alcones para auyentar a otras aves y cuyo lugar de nacimiento se situa en Poza de la Sal. siguiente localidad por la que pasaremos.
Pocos metros después del monumento, y tras pasar por una especie de pasillo, el paisaje se abre de forma increible dejando ver una verde inmensidad de montañas de todo tipo adornada con la serpenteante carretera por la que circularemos en breve.
Durante el descenso pasamos junto al Castillo de los Rojas construido sobre una gran roca y cuyas vistas son increibles. Merece mucho la penta hacer un alto en el camino para subir al castillo y admirar el paisaje.
Descendemos más todavía por una sinuosa carretera cuando llegamos a Poza de la Sal, un encantador pueblo medieval con estrechas calles que debe su nombre a sus viejas salinas.
Hemos recorrido ya más de la mitad de la ruta. Este es un buen momento para comer, y puedes hacerlo en el Rte. Casa Martín, situado en las afueras del pueblo. El edificio no es tan encantador como los de la parte histórica pero se come bien y tiene un precio asequible.
Tras la parada para comer, recorremos otros 2 km por la BU-502 y cambiamos de tramo, pero continuamos en linea recta dirección a Salas de Bureba.
Nos encontramos ahora en la comarca de La Bureba.
Tras una recta de 3 km llegamos a Salas de Bureba para continuar también por un trazado sin demasiadas curvas, que nos lleva al final del tramo situado en un cruce donde nos incorporaremos a la N-232 dirección a Oña y Santander.
3 km de ancho y rápido asfalto separan el cruce que acabamos de dejar, de Oña, nuestro próximo y medieval destino al que accederemos bordeando el Espacio Natural de los Montes Obarenes.
Mucho cuidado, porque 350 metros después de la gasolinera de Oña, se encuentra un poco escondido el cruce donde debemos girar a la derecha dirección a Barcina de los Montes.
Comenzamos ahora un tramo en cuya primera mitad haremos un gran número de curvas en ascenso, aunque el asfalto esta un poco estropeado.
Entre curva y curva dejamos atrás el pequeño núcleo de Penches y cuando el paisaje se abre llegamos a Barcinas de los Montes.
4 km después un cruce en forma de Cruz situado en La Aldea donde giraremos a la izquierda dirección a Cubilla, marca el final de estre tramo.
Después de haber llegado hasta aquí muy despacio desde Oña, podemos desquitarnos un poco apretando el acelerador durante estos 9 km de buen y ancho asfalto con curvas abiertas, hasta que llegamos a Frías, el pueblo medieval más pequeño de España y coronado por el Castillo de Los Velasco, otro lugar de parada obligatoria.
En este punto se puede continuar por la BU-520 o por la BU-504. Ambas alternativas son recomendables y las dos nos llevarán a Quintana Martín Galindez.
Hemos elegido la alternativa de la izquierda, por la BU-520 para admirar de cerca el puente medieval de Frías que cruza sobre el Río Ebro. Hoy en día este puente es peatonal y la alternativa es uno más moderno que nada tiene que ver con el antigüo. Catalogado como uno de los más bellos de España, sin duda, hacemos otra breve parada para cruzarlo a pié.
3.5 kilómetros después, llegamos a Quintana Martín Galindez, donde cambiamos de carretera y también de carretera.
Dejamos atrás Quintana Martín Galindez y continuamos ruta hacia Alava,
Una breve toma de contacto con el Río Ebro, esconde tras una herradura formada por el río, la Central Nuclear de Garoña, cerrada definitivamente a día de hoy.
Tras pasar la central nuclear, el Río Ebro adopta la forma del Embalse de Sobrón y lo que nos toca es rodar siguiendo su silueta, por una carretera muy bien asfaltada y bastante ancha
Cruzamos un pequeño túnel y entramos en la provincia de Álava, la tercera y última provincia vasca que recorreremos en la Ruta 47.
A medida que avanzamos por el embalse, las curvas se hacen más pronunciadas, buena ocasión para desgastar un poco los laterales de los neumáticos.
Tras 10 km de curvas, llegamos a un cruce en forma de T donde giraremos a la izquierda dirección a Vitoria.
A 40 km de nuestro destino del día, rodamos por esta vía verde alavesa en la que pasamos por Bergüenda en un trazado prácticamente recto.
Llegamos a Espejo donde antes de entrar giraremos a la derecha dirección a Vitoria y Salinas de Añana. Llama la atención una finca suponemos que particular, en cuyo jardín hay varias máquias y camiones ya clásicos y restaurados con mimo a modo de museo.
Abordamos ahora lo que podría considerarse el último tramo rural de esta ruta.
Lo primero que haremos es rodar en recto durante 4 km para llegara Salinas de Añana, un singular lugar con unas enormes Salinas. No hemos podido resistir la tentación de comprar una cajita de Flor de Sal para aliñar la ensalada de la cena de final de ruta.
Pasado Salinas de Añana, comenzamos un ascenso en el que salvaremos un desnivel de 200 metros en 3 km y su correspondiente y curveado descenso de otros 3 km para volver a los 550 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Continuamos unos kilómetros más por un divertido trazado cuando tras pasar la localidad de Pobes, cruzamos la AP-68 bajo un puente. A partir de aquí, el trazado que se ha vuelto más ancho y recto, nos lleva a Nanclares de la Oca localidad tras la cual nos incorporaremos a la A-1 dirección a Vitoria.
Lo único significativo de este corto, recto y ancho tramo que discurre por la A-1 es que debemos tomar la salida 342 hacia Vitoria Sur.
Al poco de incorporarnos a esta Nacional, dejamos a la izquierda una gran zona industrial y poco después llegamos a Vitoria, una ciudad que destaca entre otras cosas por sus numerosas zonas verdes.
Tras una ducha y una buena cena, iremos a dar una vuelta por la Plaza de la Virgen Blanca. No veremos bajar a Celedón, pero prometemos volver en otra ocasión.