Comenzamos esta etapa que nos llevará hasta la Cuenca, la ciudad de las casas colgantes, por una ruta que se asemeja un poco a la Ruta 66, no por el paisaje, sino por las largas rectas que la componen. Y es que la Ruta 47 tiene de todo y con las curvas que ya hemos trazado y las que nos quedan en posteriores etapas, no esta mal circular por una etapa rápida como esta, en la que llegaremos pronto a nuestro destino ya que tiene menos kilómetros de media que el resto de etapas.
Con el cuenta kilómetros parcial a cero, salimos de Toledo cruzando el Río Tajo y buscando la N-400 y en dirección Este, sobrepasamos la localidad de Santa María de Benquerencia para en el kilómetro 16,4 tomar un desvío dirección a Villasequilla.
Entre largas rectas y pocas curvas, circulamos por esta autonómica de segundo nivel que debido a la orografía plana de la zona, es ancha y muy bien asfaltada, lo que nos da pie a disfrutar de la velocidad permitida apretando el acelerador hasta clavar 90 en el velocímetro de la moto, lo que nos permite además disfrutar de la llanura entre campos sembrados donde la vista se pierde en el horizonte, durante los casi 40 km que componen este tramo.
En el camino dejamos atrás las localidades de Villasequilla y Huerta de Valdecarábanos, cuando llegamos a La Guardia, en cuya entrada pasamos bajo la A4, que viene directamente de Madrid, ciudad que visitamos hace unos días y que esta realmente cerca de aquí.
Buscando la CM-3005, abandonamos La Guardia y nos dirigimos por una gran recta de 16 km hacia Lillo donde entraremos en su casco urbano girando a la izquierda para inmediatamente hacer otro giro a la derecha.
A la salida del pueblo, hacemos un Stop y posteriormente giramos nuevamente a la izquierda incorporándonos a la CM-3000 sin cartel indicativo alguno.
Una nueva recta, esta vez de 12 km nos acerca hasta Corral de Almaguer por esta rápida autonómica de nomenclatura verde.
Sin duda, hay mucha diferencia paisajística dependiendo de la época del año en que recorramos esta zona, pasando del amarillo que pinta los campos en verano a los marrones otoñales de la tierra arada o el intenso verde que vemos nosotros, recorriendo esta ruta en mayo. El paisaje, es precioso, con ese verde adornado con árboles que rompen la monotonía de las largas rectas de la Comarca de la Mesa de Ocaña a la falda de un cerro de 2,000 varas de altura, plano en su superficie, sin tener en muchas leguas otra elevación que la domine.
A la entrada de Corral de Almague, un Stop, nos incororará a la N-301, dirección a Albacete.
Bordeando Corral de Almaguer por su lado oeste, recorremos 12 km totalmente rectos por esta Nacional en la que atravesamos la AP-36 sobre un paso elevado para posteriormente girar en el prirmer cruce a la izquierda situado tras el PK 112 haciendo una oreja, dirección a Villanueva de Alcardete.
Entre campos de viñedos, accedemos a Villanueva de Alcardete en tan solo 4 minutos, donde tomaremos la tercera salida en una rotonda dirección a Villamayor de Santiago y Saelices, evitando la entrada a esta localidad y bordeándola así por su lado oeste.
A la mitad de una recta de 12 km cuyo paisaje mezcla campos sembrados con infinidad de viñedos, entramos en la provincia de Cuenca, despidiéndonos de Toledo. Con esta ya son 33 las provincias las que llevamos visitadas en la Ruta 47.
Sobrepasado ya el ecuador de la etapa de hoy, llegamos a Villamayor de Santiago,
Es muy fácil adentrarse en la localidad de Villamayor de Santiago por cualquiera de sus calles pero no es tanto la salida. Para encontrarla, nos dirigiremos hacia el este buscando la CM-3108.
Si te resulta difícil, siempre se puede preguntar por Hontanaya, la siguiente localidad por la que pasaremos y que se encuentra a 8 km de distancia.
Pasada esta localidad, accederemos a Osa de la Vega, a la que entraremos tras cruzar el Río Monreal, que más que un río es un riachuelo.
Abandonamos Osa De la Vega en dirección a Fuentelespino de Haro, enfilando la CM-3009, carretera que en su parte final tiene unas pocas curvas abiertas coincidiendo con un cambio en el paisaje, provocado por una leve ascensión poblada de árboles a ambos lados de la carretera, que por cierto esta un poco raída.
En el kilómetro 142 de ruta accedemos a un Stop donde giraremos a la izquierda dirección a Fuentelespino de Haro y Saelices.
El asfalto se arregla y se ensancha notablemente cuando llegamos a Fuentelespino de Haro, a poco de comenzar este tramo.
Al finalizar esta localidad un cruce nos dirige por dos carreteras diferentes a Villarejo de Fuentes, localidad por la que no pasaremos. Nosotros elegimos la de la derecha, de nomenclatura verde.
8 km después finalizamos el tramo, incorporándonos a la CM-3118.
Una hilera de árboles deja intuir el cauce de un río por la parte izquierda al principio de este tramo. En este caso es el Río Záncara, que nos acompañará solamente durante unos cientos de metros.
Poco después pasamos por Villar de Cañas, candidata a albergar un cementerio nuclear y finalizamos el tramo en la localidad de Villares del Saz, en la que nos introducimos tras pasar bajo la A-3 y de la que saldremos por la CM-2117 dirección a Villarejo-Periesteban.
7 kilómetros que recorreremos en 5 escasos minutos, separan las localidades de Villares del Saz de Villarejo-Periesteban, localidad a la que accederemos haciendo un stop para girar a la izquierda cruzando el carril contrario.
Al contrario de lo que viene siendo habitual en la Ruta 47, en esta etapa guardamos lo mejor para el final, concretamente en este tramo.
Los primeros 10 km están compuestos por un trazado de curvas abiertas pero a medida que vamos avanzando, por un ascenso de asfalto estrecho, la abundancia de curvas comienza a estar presente y cuando llegamos a la parte más alta, por un momento se puede intuir a lo lejos la ciudad de Cuenca situada a poco más de 20 km.
El descenso plagado de pinos, nos acerca hasta el Río Júcar, que cruzaremos por un feo y estrecho puente de cemento antes de incorporarnos a la N-420 tras uin Stop girando a la izquierda dirección a Cuenca.
Ya en el último tramo de esta etapa, circulamos los 15 kilómetros que nos separan de Cuenca, fundada por los árabes, que sigue conservando su recinto histórico amurallado, con sus empinadas calles empedradas y sus ruinas de castillos medievales.
Tras esta rápida, llana y recta etapa, hemos llegado pronto así que aprovecharemos para visiar las famosas y bien conservadas "casas colgadas" situadas sobre los ríos Júcar y Huécar que dan la impresión de estar agarradas a los riscos del desfiladero del Huécar.
Todo esto, por supuesto tras degustar una exquisita comida compuesta por un plato de Mojete, otro de Zarajos y de postre un Alajú.