Tras un desayuno contundente, arrancamos la moto y con los primeros rayos de sol, ponemos rumbo a Salamanca, ciudad que posee entre otras cosas, la universidad en activo más antigüa de España.
Hoy nos esperan casi 400 km y aunque los últimos 100 los haremos en apenas una hora, queremos parar en Zamora y ver unas cuantas curiosidades en el camino, así que con esta agenda, no podemos perder mucho tiempo, si queremos llegar pronto al hotel y dar un paseo por Salamanca.
Así que buscando la VA-514, ponemos rumbo al oeste para llegar a Zaratán, situado en a las afueras de Valladolid. Pasada esta población, una recta de 8 km nos acerca a Wamba, curioso nombre para una localidad española cuyo nombre proviene del rey godo Wamba
Avanzando por la comarca de los Montes Torozos, llegamos a Torrelobatón, donde no podemos evitar hacer la primera parada para visitar su impresionante castillo.
Tras rodear el castillo admirando su esbeltez, continuamos rumbo oeste para comenzar a rodar por una carretera amarilla, de las que predominarán en esta etapa, y a través da las cuales realizaremos 153 km.
El recto y llano trazado, entre campos sembrados, nos lleva a San Cebrián de Mazote, al que accedemos tras un leve descenso casi inapreciable.
Una vez en esta población, hacemos un Stop para después girar a la derecha dirección al Monasterio de La Santa Espina.
Avanzamos ahora hacia La Santa Espina por estos 7 km en compañía del Río Bajoz, que aunque es dificil verlo, se nota su presencia por la vegetación que nos acompaña en esta zona, que contrasta con las tierras de secano que hay alrededor.
Una vez en La Santa Espina, hacemos un Stop en un cruce en forma de cruz donde debemos girar a la izquierda para continuar ruta. Sin embargo, dada la cercanía del Monasterio Cisterciense de la Santa Espina, que se encuentra solo a un par de cientos de metros, no podemos resistir la tentación de verlo, aunque solo sea por fuera así que nos acercamos hasta allí.
De vuelta al cruce en forma de cruz, continuamos por la VP-5005 durante poco más de 1 km, para girar a la derecha dirección a Urueña, otra localidad que no nos podemos perder.
En línea recta, prácticamente la totalidad de este tramo, la realizamos rodeados de árboles y arbustos de pequeña altura.
Al terminar esta zona arbolada, comenzamos un ascenso con un 3 curvas que nos llevan a un cruce a la entrada de Urueña.
Como hemos citado anteriormente, Urueña es una de esas localidades por las que no se puede pasar sin parar. Como casi todos los lugares de interés como este, quizá deberíamos pasar un par de horas o tres para empaparnos de toda la cultura del lugar pero como en este viaje no tenemos mucho tiempo, lo que sí hemos hecho es subir a la muralla que rodea Urueña y rodear el pueblo por ella. Desde aquí hay una bonita perspectiva de los campos de castilla adornados con los palomares redondos típicos de esta zona.
Volviendo al cruce que nos dio acceso a Urueña y tomamos la VP-5607 dirección a Villanueva de los Caballeros, localidad a la que accedemos tras continuar recto en un cruce en forma de cruz.
Ya en esta localidad, hemos entrado en la comarca de Tierra de Campos, por la que ya hicimos unos cuantos kilómetros días atrás, cuando rodamos por la provincia de Palencia.
A la salida de Villanueva de los Caballeros, nos acompaña un rato el Río Sequillo, que perderemos de vista enseguida para volver a encontrarnos con él en la localidad de San Pedro Latarce.
En el kilómetro 69 de ruta. cruzamos la A-6 en línea recta por un paso elevado.
Avanzando por tierra de campos llegamos a San Pedro de Latarce, y 4 km después, cambiamos de tramo entrando en la provincia de Zamora.
Ahora que hemos abandonado la provincia de Valladolid, queremos plantear un acertijo al lector de este relato:
¿Qué es lo que no tiene la provincia de Valladolid, que sí tienen el resto de provincias de España? Solo una pista: El acertijo es mejor resolverlo al final de la Ruta 47.
En una provincia y a poco más de 30 km de la capital Zamonana, abandonamos Tierra de Campos, paisaje típico de Palencia y Valladolid, avanzamos por la ZA-714 en paralelo al río Sequillo, hasta llegar a Belver de los Montes, donde nos despedimos del río al cruzarlo sobre un puente y de esta carretera, en un cruce a las afueras dirección a Bustillo del Oro.
El asfalto, en buen estado, de esta carretera se al principio se estrecha notablemente mientras comienzan a aparecer las primeras curvas de esta etapa, aunque todavía son muy abiertas, predominando todavía las largas rectas.
Cruzamos Bustillo del Oro y 2,5 km después, accedemos a un cruce en forma de T, donde giraremos a la izquierda dirección a Toro.
MUCHO CUIDADO con este corto tramo de menos de 1 km, ya que su escasa longitud puede hacer que te saltes el siguiente cruce, situado a tan solo 800 metros del anterior y donde debemos girar a la derecha dirección a Villalube y Coreses.
Dirección Sur-Oeste, avanzamos ahora hacia Coreses por un paisaje llano y recto, donde la carretera se diluye en la linea del horizonte mientras se intuyen formaciones montañosas muy a lo lejos.
Dejamos de lado la población de Gallegos del Pan y poco después llegamos a Coreses, de donde saldremos por la Za-711 tras haber girado antes a la izquierda.
Rodando ahora por la comarca de la Tierra del Pan, llegamos a la N-122 tras solo 3 km.
Tras una recta de 8 km, ancha y bien asfaltada, características habituales en carreteras nacionales como esta, accedemos a Zamora.
Todavía no es la hora de comer, pero sabiendo que aún nos quedan 275 km hasta llegar a Salamanca, y una vez allí, nos gustaría pasear por el casco histórico de la ciudad, nos adentramos en Zamora para hacer un almuerzo contundente y visitar al menos su catedral y su castillo, ambos monumentos situados en el casco histórico de la ciudad y muy cercanos entre ellos.
Tras una parada de dos horas, nos vamos con un buen sabor de boca monumental y gastronómico y en dirección oeste salimos en compañía del Río Duero para acercarnos a Portugal haciendo a la vez unas cuantas curvas.
No nos cuesta mucho abandonar esta ciudad, ya que su casco antiguo esta también en la parte oeste, así que enfilamos la ZAP-2223 en linea recta con alguna que otra subida y bajada a algún pequeño páramo.
El paisaje se vuelve más verde a medida que nos acercamos al Duero incrementándose las curvas según su caprichoso trazado.
Perdemos de vista el río y tras 20 km de rodar por esta autonómica amarilla llegamos a un cruce de en el que confluyen 5 sentidos de carretera. Continuamos por el segundo de la derecha dirección a Muelas del Pan.
Siempre me ha gustado rodar por carreteras vecinales. Su estrechez y la ausencia de guardarrailes, les dan un toque especial. Esta, no es muy curveada, se encuentra en muy buen estado y en algún momento le da a uno la sensación de estar perdido en la nada. Cuando me he dado cuenta de este detalle no he podido por más que frenar en seco, apagar el motor de mi moto y disfrutar de los sentidos: olor a campo, silencio, el viento en la cara y la inmensidad en los 360º. Ni una sola montaña. Lástima que unas torres eléctricas contaminaran el paisaje natural pero por lo demás es perfecto.
Poco después pasamos junto a Muelas del Pan y pasamos bajo un puente que sigue el trazado de la N-122. Al otro lado del puente giramos a la izquierda dirección a Alcanices y Braganca.
El paisaje se va volviendo cada vez más verde, mientras nos acercamos al Embalse de Ricobayo, que cruzamos por un puente de 220 metros de longitud.
Poco después se ve esta localidad a la izquierda y a continuación abandonamos esta Nacional dirección a Ricobayo y Portugal (por Miranda).
Sabiendo que lo mejor esta aún por venir, nos dirigimos hacia Portugal por esta autonómica de segundo nivel.
A través de rectas cada vez más cortas y curvas que siguen siendo abiertas, nos introducimos en el espectacular Parque Natural de los Arribes del Duero, cuando llegamos a Villalcampo. Aquí abandonamos la ZA-324 para dirigirnos hacia Carbajosa. CUIDADO porque el letrero no es muy visible.
Nos dirigimos ahora hacia pino por esta autonómica que parece más una vecinal, muy estrecha, sin señalización horizontal.
La presencia de muros de piedra seca delatan esta fértil zona rural alimentada por las aguas del Duero, cuyo cauce seguimos a cierta distancia, mientras llegamos a Carbajosa y más tarde a Pino, donde tras un Stop giraremos a la izquierda para incorporarnos a la ZA-321.
El asfalto de la ZA-321 se estrecha un poco y empeora notablemente al salir de Pino, pero su vejez entona más con el paisaje montañoso y las curvas que nos esperan en este bonito tramo.
Recorrido 1,5 km desde Pino, comenzamos un curveado descenso donde se pueden admirar las grandiosas vistas que nos deja el Río Duero cruzando por los Arribes y en cuya parte inferior nos cruzaremos por el Puente de Requejo, una obra de ingeniería inaugurada en 1914 para realizar una comunicación fluida entre las comarcas zamoranas de Sayago y Aliste. Con anterioridad, la única vía de comunicación entre ambos territorios consistían en una barca movida por maromas que navegaba entre Pino y Villadepera.
Una vez cruzado el puente, comenzamos un curveado ascenso que nos eleva sobre el Duero en cuya parte superior accedemos a Villadepera. Tras esta localidad, una sucesión de rectas nos llevan hasta Moralina, donde poco después giraremos a la derecha dirección a Portugal, en un cruce en forma de cruz que se haya justo en el PK 17.
En sentido Oeste, nos dirigimos por la ZA-324, que ya hemos rodado anteriormente y abandonamos para ver el Puente de Requejo, a lo largo de una larga recta que nos acercará a tan solo 4 km del país Luso, cuya frontera en esta zona coincide con el cauce natural del Duero.
Tras superar el PK 25, giramos a la izquierda dirección a Badilla y Fariza.
Continuando en el Parque Natural de los Arribes del Duero y en paralelo, aunque a cierta distancia de este río, circulamos por esta vía autonómica adornada con muros de piedra a ambos lados, que delimitan las parcelas de tierra.
Tras 19 km de poca curvas y tras haber dejado atrás la población de Formariz, el Stop situado en un cruce en forma de Cruz, en el que continuaremos recto dirección a Vitigudino, Cibanal y Almendra.
Avanzando por el último tramo zamorano de la Ruta 47, llegamos tras 8 km al Embalse de Almendra, abastecido por el Río Tormes, que desemboca en el Duero justo en la línea de Portugal.
Justo antes de llegar al embalse, un cartel verde nos informa del cambio de provincia. Entramos ahora en Salamanca.
Comenzamos el primer tramo salmantino de la Ruta 47 cruzando el Embalse de Almendra por la enorme pared de su salto de agua. Justo en medo del salto se puede aparcar la moto sin estorbar al escaso tráfico que por aquí circula, para asomarse junto a la valla y admirar el sinuoso trazado del río entre montañas y peñascos.
Tras el embalse, una recta de 4 km nos lleva a un ceda el paso dirección a Trabanca, localidad a la que accederemos por esta misma SA-315 tras otra recta de 2,7 km.
Adentrados en Trabanca, haremos un Stop en un cruce en forma de Cruz par continuar hacia la izquierda dirección a Vitigudino.
MUCHO CUIDADO AL PRINCIPIO DE ESTE TRAMO, ya que rodaremos 230 metros por esta carretera que no hemos tenido en cuenta debido a su corto trazado. Tras esta distancia, giraremos a la derecha dirección a Cabeza de Framontanos. Se puede tomar como referencia la torre de la iglesia, ya que pasaremos junto a ella.
En este último cruce, ya hemos enfilado la DSA-561, por la que rodaremos a lo largo de 14 km por esta bonita y estrecha carretera de asfalto raído que comienza a ser más curveada poco antes de terminar este tramo , junto a las inmediaciones de Pereña de la Ribera, donde giraremos a la izquierda tras un Stop.
Con 150 km todavía por delante, continuamos por este hermoso Parque Natural, de verde paisaje y carretera en buen estado trazando curvas abiertas durante 6 km que nos llevarán a curvas más cerradas en un descenso en cuya parte inferior cruzamos un riachuelo tras el cual, otro pequeño y curveado ascenso nos lleva al final del tramo situado junto a un cruce en el que giraremos a la derecha dirección a Masueco y Aldeadavila.
El asfalto se hace más ancho al incorporarnos a esta autonómica verde que tras unas pocas curvas, nos acercan a Masueco, situado tan solo a 2 km.
Con la torre de Masueco a la vista, giramos a la izquierda dirección a Barruecopardo.
Volviendo a las autonómicas de tercer nivel, los 6 km de este estrecho tramo, nos llevan hasta La Zarza de Pumareda a lo largo de 6 km, a los que accedemos en tan solo 5 minutos.
Un cruce en el que giraremos a la izquierda dirección a Barruecopardo, nos marca el final de este tramo.
Nos dirigimos ahora hacia Barruecopardo, integrado dentro de la Comarca de Vitigudino, cuya situación en un cruce de caminos, constituye un importante punto de entrada al Parque natural de Arribes del Duero y a la que accedemos tras 11 km en un trazado prácticamente recto.
En el centro del pueblo, una curva nos enfila dirección a Vilvestre y Saucelle.
Muy cerca de la frontera con Portugal, empezamos este tramo dirección oeste.
Tras una serie de rectas a lo largo de 7 km, continuamos en linea recta dirección a Saucelle y Salto de Saucelle.
El que vamos a hacer ahora es sin duda el tramo más curvado de esta etapa.
A escasos 2 km de su inicio, llegamos a Saucelle. A partir de aquí 19 km de curvas de todo tipo nos harán disfrutar de un sinuoso trazado que nos acerca en su descenso al Río Huebra que cruzaremos por el estrecho puente de La Molinera.
Las vistas del caprichoso cauce del río que discurre por un valle, son un deleite para la vista tanto en el descenso que nos ha traído hasta aquí, como durante el ascenso que nos devolverá a la misma altitud por una serie de curvas de todo tipo.
Otro descenso menos pronunciado nos lleva a cruzar el Río camaces por un estrecho y bonito puente de piedra, tras el cual, una sucesión de curvas abiertas, nos acercará a Lumbrales. Una vez aquí y tras un Stop, nos incorporaremos al último tramo de esta etapa dirección a Vitigudino y Salamanca.
Con el cansancio de 300 km a la espalda, abordamos este último, recto y rápido tramo de 96 km que nos llevará hasta la capital Salmantina en poco más de una hora.
Tras 16 km salimos del Parque Natural de los Arribes del Duero, y a través de largas rectas, llegamos a nuestro destino final: Salamanca, la ciudad estudiantil por excelencia.