Comenzamos esta ruta cogiendo la primera pista sin salir del casco urbano de Huesca.
Los primeros 37 km, hasta llegar a Ayerbe los recorreremos por parcelarias donde se puede encontrar charcos en varios lugares dependiendo de si ha llovido durante los días anteriores. Como anécdota, decir que cruzaremos dos veces la vía en sendos pasos a nivel sin barreras. En este tramo se puede ir bastante rápido, ya que todo el trazado es llano.
En ayerbe cogemos 8 km de asfalto curveado que nos lleva hasta un bonito puente de hierro que cruza el río Gállego. Poco después comenzamos de nuevo a circular por pista.
Comenzamos ahora 13 km de ascenso por pista de barro que se puede complicar un poco si ha llovido. En la parte alta llegamos a lo que parece ser uno de esos pueblos que han estado abandonados pero ahora vive alguna familia. Como anécdota, cuando hicimos la vuelta de reconocimiento de esta etapa allá por diciembre de 2019, nos acercamos a su antiguo cementerio en proceso de restauración de uno de sus muros y la tumba más moderna era de 1950.
Una vez arriba, a casi 1000 metros de altitud, comienza un suave descenso que se prolongará durante otros 15 km aproximadamente para volver a ascender hasta Luesia con un bonito castillo en su parte más alta.
Rodamos 6 km por asfalto y volvemos a tomar la siguiente pista que nos llevará hasta Petilla de Aragón. Esta pista es bastante facilona. Si eres de los que les gusta comer un bocata en mitad del monte, te recomiendo que hagas un alto en el camino a la altura del Castillo de Sibirana un lugar encantador con las ruinas del castillo situado sobre una impresionante roca. Aunque el interior del castillo es inaccesible, se puede acceder hasta él por una pista de unos 100 metros.
Tras pasar Petilla de Aragón, nos incorporamos a un par de pistas que nos llevarán hasta Sanguesa sin mayor dificultad en la que por un breve instante circularemos al lado del Canal de las Bardenas.
Pasado Sanguesa, comenzamos el ascenso a un monte con un largo parque eólico en el que rodaremos por pista de gravilla. El descenso es un poco más complicado encontrándonos tramos de piedras gordas.
Una vez abajo, ya en Orisoain, nos acercamos hasta la capital navarra por más asfalto que pista, sin complicación alguna.